La llegada del verano es el momento perfecto para disfrutar de las frutas y verduras. Ya sea en crudo, en zumos, en batidos o en sopas frías; estos alimentos nos proporcionan importantes dosis de vitaminas, fibra y antioxidantes que contribuyen de manera decisiva en el correcto funcionamiento de nuestro organismo, a la vez que nos aportan un mundo de sabores, gracias a sus propiedades organolépticas únicas.
Entre el gran surtido de verduras y frutas que nos ofrece el verano, es importante destacar aquellas con mayor contenido en antioxidantes. Ya que, en esta época del año en que tendemos a exponernos más a la luz solar, los antioxidantes juegan un papel fundamental: protegiendo los tejidos, sobre todo la piel.
Frutas y verduras fuente de antioxidantes
La alimentación a base de abundantes frutas y verduras ricas en antioxidantes hará que nos sintamos mejor, que el organismo esté más fuerte y, a su vez, garantizaremos una buena ingesta de las vitaminas y minerales que necesita nuestro organismo.
Los antioxidantes pueden ser divididos en tres grupos: Polifenoles, Carotenoides y Vitaminas C y E.
Los polifenoles y los carotenoides son pigmentos presentes en las plantas y cuyo papel en nuestro organismo es determinante para combatir el estrés oxidativo celular
Los polifenoles
Son los antioxidantes más abundantes que podemos encontrar en las frutas y verduras.
Frutas como las moras, los arándanos, las uvas, las manzanas y los cítricos; y verduras como las cebollas, la berenjena y el calabacín. Así como algunos frutos secos como las nueces o las almendras, son importantes fuentes de este tipo de polifenoles.
Los carotenoides
Son pigmentos presentes en las plantas y cuyo papel en nuestro organismo es determinante en el desarrollo y mantenimiento del estrés oxidativo celular.
Dentro de este grupo se encuentran, por ejemplo, los betacarotenos que son precursores de la vitamina A, característicos por su color anaranjado y también el licopeno, carotenoide muy presente en el tomate.
Podemos destacar, como antioxidantes carotenoides: las zanahorias, los cítricos, el melocotón, la mandarina, el tomate, la sandía, la papaya, la calabaza, la remolacha, incluso las espinacas y el brócoli.
La vitamina C y E
La Vitamina C es un nutriente esencial que el organismo es incapaz de producir por sí mismo, ni tampoco almacenar. Por lo tanto, es importante incluir a diario en nuestra dieta abundantes alimentos que contengan esta vitamina. En general, frutas y verduras frescas.
Las mayores fuentes naturales de Vitamina C se encuentran en frutas como la naranja, el kiwi, el limón, la papaya, el melón y las fresas; y en verduras como: los tomates, los pimientos, el kale, las coles de Bruselas, y en general verduras de hoja verde como las espinacas, acelgas o canónigos.
La Vitamina E, con una función antioxidante complementaria a la vitamina C la podemos encontrar en el aceite de oliva, el aguacate, las legumbres y frutos secos como los anacardos y las nueces.
Una dieta llena de color es un cuerpo lleno de salud
Como hemos visto, en mayor o menor medida, todas las frutas y verduras tienen una gran riqueza nutricional. Y, como algunas tienen mayor contenido en nutrientes y otras en antioxidantes, lo ideal es ingerir una cantidad variada y abundante de ellas para extraer todos sus beneficios.
Cuanto más variada sea nuestra alimentación en diferentes tipos de frutas y verduras, frescas y de temporada, más defensas podrá fabricar nuestro organismo y más reforzado estará todo nuestro sistema inmunitario.